El linfoma es un cáncer que afecta a los linfocitos, que son células que forman parte del sistema inmune del cuerpo (nos ayudan a luchar contra las infecciones). Los linfocitos se encuentran en el tejido linfático (principalmente en los ganglios linfáticos, el bazo o la médula ósea). Existen dos tipos principales de linfocitos: linfocitos B y linfocitos T.
En los linfomas una célula linfoide se reproduce de forma incontrolada. Dado que el tejido linfático se encuentra en todo el cuerpo, los linfomas pueden aparecer en cualquier parte del organismo y, a partir de allí, diseminarse a otros órganos y tejidos. La mayoría de los casos empiezan con una infiltración en un ganglio linfático (formas nodales) pero algunos subtipos específicos pueden estar restringidos a piel, cerebro, bazo…(formas extranodales).
La causa de los linfomas no se conoce aunque son más frecuentes en pacientes con enfermedades del sistema inmune (SIDA, inmunodeficiencias, receptores de trasplantes de órganos, enfermedades autoinmunes), infecciones (Helicobacter, virus de Epstein Barr) y pacientes tratados con quimioterapia o radioterapia.
En el que se incluyen más de 20 tipos distintos. Desde un punto de vista práctico los LNH se pueden dividir en dos grandes grupos en función de su velocidad de crecimiento:
Los linfomas agresivos, también conocidos como linfomas de alto grado, que tienden a crecer y extenderse rápidamente y provocan síntomas graves. Los más frecuentes son: linfoma difuso de células grandes B (1/3 de todos los linfomas), linfoma de células del manto, linfoma T periférico, linfoma de Burkitt, linfoma linfoblástico.
Los linfomas indolentes, también llamados linfomas de bajo grado, tienen un comportamiento menos agresivo, con adenopatías de años de evolución y con estado general conservado. Los más frecuentes son: linfoma folicular, linfoma de linfocitos pequeños (equivalente a una LLC), linfoma linfoplasmocítico/macroglobulinemia de Waldenström, linfoma de la zona marginal (en los que se incluyen los linfomas MALT) y los linfomas cutáneos.
Los síntomas de los linfomas son muy variables y dependen de cada tipo específico de linfoma. En general el síntoma más común es la presencia de una adenopatía (aumento del tamaño de un ganglio linfático), que no suele ser dolorosa, en cuello, axila o ingles. Algunos pacientes pueden presentar fiebre inexplicada, sudoración nocturna (hasta empapar la ropa), pérdida de peso mayor del 10% en los últimos seis meses, cansancio, picor en la piel y manchas cutáneas de coloración rojiza.
Para efectuar un diagnóstico preciso, deberá realizarse una biopsia de uno de los ganglios aumentado de tamaño y deberá realizarse el estudio de extensión de la enfermedad (exploraciones encaminadas a averiguar cuántos territorios ganglionares se hallan afectos). Para ello deberán efectuarse análisis de sangre, una o varias pruebas de imagen (radiografías, ecografía, TAC, PET) y una biopsia medular (biopsia del hueso de la cadera) para poder valorar el estado de la médula ósea.
El tratamiento de los linfomas varía en función de la extensión de la enfermedad pero siempre se basa en la administración de diferentes esquemas de quimioterapia y, en ocasiones, se asocia radioterapia sobre áreas afectas. En los pacientes considerados de alto riesgo (con un muy elevado riesgo de recaída de la enfermedad) y en especial tras una recaída, está indicada la realización de un trasplante autólogo de progenitores hematopoyéticos.
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Un ensayo clínico es un estudio de investigación llevada a cabo con personas y que permite tener más información sobre cómo reacciona el cuerpo ante determinados tratamientos. Generalmente se intenta buscar fármacos que mejoren eficacia a los que hasta ahora suponen la mejor opción terapéutica para los pacientes, o bien, presenten una eficacia similar, pero, con un perfil de toxicidad mejor.
Si se tiene en cuenta que casi todos los tratamientos disponibles en la actualidad son el resultado de investigaciones clínicas, destaca la relevancia de los ensayos clínicos.
EL IVO dispone de una unidad de ensayos clínicos para todos los tipos tumorales y participa en estudios fase 1-3 así como otros tipos.
Tanto si se recibe la noticia del diagnóstico inicial de cáncer como de una recaída, afrontar el hecho de padecer esta enfermedad es algo que puede provocar un impacto emocional abrumador. Cada persona tiene su propia forma de hacer frente a un diagnóstico de un linfoma, pero existen algunas recomendaciones que pueden ayudarle en este proceso:
diagnóstico precoz
Medicina nuclear
CIRUGÍA ROBÓTICA
radioterapia
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