En los últimos 20 años, el número de tumores diagnosticados ha experimentado un crecimiento constante, no solo debido al aumento de población, sino también gracias a las técnicas de detección precoz del cáncer y al aumento de la esperanza de vida.
Aunque el riesgo de desarrollar un cáncer ha aumentado, afortunadamente el riesgo de mortalidad por cáncer ha ido disminuyendo en las últimas dos décadas. El comportamiento, pronóstico y tratamiento de los diversos tipos de cáncer, incluso dentro de las distintas fases evolutivas de un mismo tumor, son muy variables.
En relación al diagnóstico del cáncer, cabe diferenciar entre las pruebas de cribado y las pruebas diagnósticas.
Las denominadas pruebas de cribado del cáncer se emplean para detectar la posibilidad de la presencia de la enfermedad antes de que se manifiesten síntomas. En las mujeres, dos de las pruebas de cribado que más se utilizan son la prueba de Papanicoláu (citología cervicovaginal), para detectar el cáncer del cuello uterino, y la mamografía, para detectar el cáncer de mama. En los hombres, la concentración sanguínea de antígeno prostático específico (PSA) permite detectar el cáncer de próstata.
Las pruebas diagnósticas se llevan a cabo cuando ya existe una sospecha de la presencia de cáncer.
Diagnóstico del cáncer in vivo e in vitro
Al igual que con los síntomas, las pruebas utilizadas para diagnosticar el cáncer varían según el tipo de tumor del que se sospecha. Primero hay que conocer los antecedentes médicos personales y familiares y hacer un examen físico de la persona antes de completar el estudio con diferentes pruebas diagnósticas, seguido de varios procedimientos de diagnóstico por la imagen, como una radiografía, una ecografía, una tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM). También puede emplearse la medicina nuclear, que utiliza radiofármacos con una finalidad fundamentalmente diagnóstica como la tomografía por emisión de positrones (PET) o gammagrafía ósea (diagnóstico por imagen).
Aunque estas pruebas pueden mostrar la presencia, la ubicación y el tamaño de una masa anómala, no pueden confirmar que la causa sea un cáncer. Para confirmar el diagnóstico de un cáncer en la mayoría de los casos es preciso tomar una muestra del tumor (biopsia). Una biopsia es un procedimiento en el que se extrae una porción de tejido. aunque a veces es adecuado analizar la sangre mediante la realización de una biopsia líquida.
Después, un anatomopatólogo observa el tejido al microscopio y completa el estudio con otras pruebas para ver si el tejido es canceroso. El patólogo describe los hallazgos en un informe de anatomía patológica, el cual contiene los detalles del diagnóstico. Los informes de patología cumplen con una función importante en el diagnóstico de cáncer y ayudan a decidir entre las opciones de tratamiento.
Cinco son las especialidades médicas implicadas en la realización del diagnóstico del cáncer: