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Los psicooncólogos ayudan al paciente a que aprenda a sostenerse en la adversidad

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El 31 de marzo se celebra el Día Mundial Contra el Cáncer de Colon

Según cifra la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el cáncer de colon será en 2023 el tumor más diagnosticado en nuestro país, superando los 42.000 nuevos casos. Aunque el rango de edad a partir de los 50 es el que más riesgo presenta, los expertos alertan del incremento de incidencia en jóvenes de 30 a 50 años “vinculado previsiblemente al consumo de alcohol, el tabaco o la dieta”, alertan desde la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO).

Pese a que los síntomas pueden variar en función de la localización del tumor, los más frecuentes son el sangrado o eliminación de moco con las heces, la alteración en el hábito deposicional (tendencia a un mayor estreñimiento del habitual, alternancia entre diarrea y estreñimiento o la sensación de defecación incompleta o tenesmo), la pérdida de peso sin causa justificada o la sensación de masa en el abdomen. Ante cualquiera de ellos es fundamental consultar con un médico.

El hecho de que este tipo de tumor no presente síntomas en fases iniciales, ha impulsado en los últimos años estrategias basadas en la prevención, que permiten su detección precoz mediante pruebas de cribado. Se trata de pruebas muy sencillas orientadas a detectar la presencia de sangre en heces en población entre 50 y 69 años, que se completan con colonoscopias en los casos que resultan positivas.

¿Qué emoción provoca un primer diagnóstico o una recaída? ¿Cómo puede ayudar el acompañante durante el proceso? Desde el Instituto Valenciano de Oncología (IVO), la Dra. Rocío Romero, coordinadora de la Unidad de Psico-oncología expone las principales pautas para acompañar tanto al paciente como al familiar durante toda la enfermedad, orientadas a gestionar emocionalmente una de las situaciones más difíciles y complejas de sus vidas.

¿Cómo vive el paciente ese primer diagnóstico y cómo ayudáis a digerirlo?

En un primer momento, lo más adecuado es permitir que la persona vaya asentando todas las emociones que surgen ante la noticia, mientras le ayudamos a darles un sentido y normalizarlas. 

La rabia y la confusión suelen ser las reacciones más comunes y hay que ponerles nombre, permitir que las identifique y exprese. El miedo a que pase lo peor, la sensación de falta de control y la preocupación de cómo afectará en su vida y en la de sus seres queridos puede alterar y mucho la estabilidad y bienestar emocional de cualquier ser humano. Esta primera fase aguda de shock, suele durar unos días. Si tenemos ocasión de atenderle en este momento, establecemos un vínculo con el/ella por si en un futuro pueda necesitarnos.  

¿Cómo es la labor del profesional y cómo se va adaptando a lo largo del tratamiento?

En esta etapa, una vez se ha empezado el tratamiento, pueden aparecer cambios externos que puede llegar a ser muy limitantes.  A veces en la imagen corporal tras una cirugía, por los efectos secundarios de la quimioterapia o la radioterapia etc.

La ostomía tras la cirugía, los trastornos digestivos y diarrea tras la radioterapia y la toxicidad de la quimioterapia, son un ejemplo. Son, además, unos meses con muchas visitas al hospital y, tanto el enfermo como la familia van a estar muy pendientes de cada consulta, de cada cita con el médico. Aconsejamos cuidar la alimentación y hacer ejercicio suave. Aunque el paciente se enfoca mucho en la enfermedad, lógicamente, no dejamos de recordarle que intente no desatender otras áreas de su vida. Por ejemplo, que trate de no aislarse demasiado y encuentre actividades que la mantengan ocupada y además, le nutran.

¿Cómo afronta el paciente el final del tratamiento? 

Este momento supone otro cambio de rasante. Si hasta ahora el enfermo se había entregado en cuerpo y alma a su estado de salud, de repente, siente que ya no tiene que preocuparse de los efectos de los tratamientos, porque éstos han terminado. Se reducen notablemente las visitas al hospital y, por consiguiente, las consultas médicas. Aparece el miedo a lo que pueda pasar a partir de este momento. ¿Y ahora qué, es la gran pregunta?.

El paciente quiere pasar página, de inmediato, pero se da cuenta que no es tan fácil volver a su vida como era antes de la enfermedad. De hecho, es imposible, porque han ocurrido muchas cosas mientras atravesaba el proceso oncológico. Cambios en la jerarquía de valores, algunas decepciones y, en ocasiones, una profunda reflexión acerca de cómo quiere que su vida sea de ahora en adelante. Habrá cosas que se puedan cambiar y otras, que aceptar.  De eso se trata nuestro trabajo con el paciente, para que salga de la situación más fortalecido.

¿Cómo se trabaja frente a una recaída?

Este es un momento muy delicado, porque lo primero que el enfermo piensa es ¿si no ha funcionado el tratamiento una vez, ¿cómo lo va a hacer ahora? El miedo, la incertidumbre y la necesidad de control adquieren más fuerza que en el diagnóstico inicial. La tristeza y el desamparo suelen impregnar también esta etapa. Sin embargo, siempre hay esperanza. Hay tratamientos para todas las posibles situaciones y queda mucho por hacer. Con ayuda del equipo profesional se sale adelante.

¿Cómo son los programas que pone el IVO a disposición de los pacientes?

Los programas grupales que ofrecemos están orientados a mejorar diferentes aspectos de la persona y su modo de enfrentarse a la enfermedad.  Con técnicas y dinámicas grupales abordamos los miedos, la soledad y la tristeza, con tres enfoques diferentes. Por un lado, revisando las creencias y los valores que han podido verse afectadas por el impacto de la enfermedad. Por otro, potenciando las fortalezas individuales que todos tenemos y alargando las emociones positivas, como la gratitud, la generosidad y la conexión con la vida. Por último, enseñamos también formas de desvincularnos de ese dialogo interno que domina negativamente nuestra mente cuando las cosas no salen como esperamos. Nuestro objetivo es ayudarle a que aprendan a sostenerse en la adversidad.

En el entorno del paciente ¿qué comportamientos pueden ser dañinos para su bienestar emocional?

Hacer por ejemplo como si no pasa nada, esquivando el tema o bien todo lo contrario, estar preguntando constantemente y evitando cualquier aspecto que haga daño. Tampoco ayuda intentar animar al paciente con frases hechas cuando uno no sabe qué decir, (tú eres fuerte, por ejemplo ). Otra práctica que desaconsejamos  y que es muy frecuente es evitar hablar de casos de otras personas que han pasado por esa situación y lo superaron o siguen luchando. A veces nos empeñamos en ayudar a alguien porque necesitamos hacerlo, sin preguntarnos si la otra persona nos ha pedido la ayuda, o si eso es lo que realmente necesita. Es más difícil estarse quieto y esperar a saber qué hacer, que reaccionar impulsivamente

¿Qué herramienta trabajáis para gestionar las emociones, los miedos, el dolor…? Qué recomendaciones haríais para un enfermo que se encuentra ante un reto como este?

Algunas de las pautas que trabajamos:

Implícate y desde el principio, para poner unos buenos cimientos.

Comprende tu enfermedad, pregunta todo lo que desconozcas y evita las estadísticas.

Plantéate un propósito en este momento de tu vida para comprometerte con él.

Atiende tu condición física, vigilando la alimentación, haciendo ejercicio físico, aunque sea moderado o cualquier otra disciplina más contemplativa (por ejemplo yoga, taichi etc.)

Identifica los miedos, los sentimientos y las creencias que te limitan, si te resulta demasiado desbordante, pide ayuda profesional.

Es probable que te sientas a veces vulnerable y frágil. Por muy doloroso que sea este sentimiento, se puede aceptar y trascender. Forma parte de nuestra verdadera esencia.

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