Los expertos recuerdan que el ejercicio físico regular desempeña un papel fundamental, no solo en la prevención del cáncer de mama, sino también durante y después del tratamiento.
La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) señala que realizar actividad moderada, como caminar 30 minutos diarios, puede reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama en hasta un 30%, disminuir en un 40% las posibilidades de recurrencia y bajar casi un 20% la mortalidad específica.
El ejercicio contribuye a reducir los efectos secundarios de la quimioterapia y la fatiga, facilitando una recuperación más rápida y efectiva.
Cada 19 de octubre se conmemora el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, una enfermedad que afecta a una de cada ocho mujeres a lo largo de su vida y supone aproximadamente el 30% de los cánceres diagnosticados en mujeres: 2.261.419 nuevos casos a nivel global, según los últimos datos recogidos por el Sistema Europeo de Información del Cáncer, de los que 34.088 corresponden a España.
Aunque comúnmente es considerado como un tumor femenino, afecta a los hombres. De hecho, el cáncer de mama supone ya en los varones alrededor de un 1% de todos los nuevos diagnósticos de esta enfermedad. «El cáncer de mama en hombres suele estar vinculado a una mayor predisposición genética, lo que conocemos como cáncer hereditario. Al no formar parte de los programas de detección precoz, su diagnóstico suele realizarse en etapas más avanzadas, con tumores más grandes y mayor afectación ganglionar. Sin embargo, el pronóstico y el tratamiento son similares a los de las mujeres», señala el Dr. Joaquín Gavilá, jefe del servicio de Oncología Médica de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO).
La importancia de la prevención primaria y secundaria: hábitos de vida saludables, ejercicio y programas de detección precoz
En las últimas tres décadas, la tasa de cáncer de mama ha mostrado un incremento constante, con un aumento anual del 2-3%, incluso entre mujeres menores de 45 años, aunque la mayor prevalencia sigue estando entre los 45 y 65 años. Como señala el Dr. Gavilá, existen varios factores determinantes en este incremento, como son: “El envejecimiento de la población, las modificaciones en los estilos de vida y patrones reproductivos, además del uso prolongado de la terapia hormonal sustitutiva en mujeres postmenopáusicas en países desarrollados”.
¿Dónde está la clave para frenar esta tendencia al alza? Los expertos apuntan a la prevención, tanto primaria como secundaria. «La prevención primaria se refiere a las acciones que implementamos para reducir la aparición del cáncer; por ejemplo, si logramos disminuir las tasas de obesidad, también reduciremos la incidencia de cáncer de mama», explica el jefe del servicio de Oncología Médica del IVO. Aunque hay factores que no podemos modificar, como la predisposición genética (que está presente en un 5-10% de los casos con antecedentes familiares de cáncer hereditario), la edad avanzada, la menarquia precoz, la menopausia tardía o el hecho de no haber tenido hijos, sí hay otros que podemos cambiar. Entre estos están el uso de terapia hormonal sustitutiva, el consumo de alcohol o tabaco, una dieta alta en grasas, la obesidad y la falta de actividad física, entre otros.
En este sentido el ejercicio físico regular desempeña un papel fundamental, no solo en la prevención del cáncer de mama, sino también durante y después del tratamiento. La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) señala que realizar actividad moderada, como caminar 30 minutos diarios, puede reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama en hasta un 30%, disminuir en un 40% las posibilidades de recurrencia y bajar casi un 20% la mortalidad específica. Además, el ejercicio contribuye a reducir los efectos secundarios de la quimioterapia y la fatiga, facilitando una recuperación más rápida y efectiva.
¿Qué es la prevención secundaria? Son todas aquellas medidas orientadas a diagnosticar el cáncer lo más pronto posible. Aquí, los programas de diagnóstico precoz son “fundamentales en la lucha contra el cáncer de mama”, tal y como asegura el Dr. Gavilá. «Las posibilidades de curación pueden ser de hasta un 90% si se detecta en fase temprana. En estadios iniciales, aun cuando no existen síntomas, el cáncer de mama es más fácil de tratar, mejorando la calidad de vida del paciente y aumentando la supervivencia”.
En este sentido, la mamografía sigue siendo “la herramienta más eficaz” para la detección precoz del cáncer de mama, “permitiendo identificar tumores hasta dos años antes de que sean palpables”. Se estima que la mamografía reduce la mortalidad por cáncer de mama en mujeres de 50 a 69 años en un 20-30%.
Así, si tras una lectura de una mamografía surge la sospecha, se lleva a cabo una ecografía de mama y, ocasionalmente, una resonancia. “Con la exploración clínica y las pruebas de imagen se establece la sospecha clínico radiológica que debe ser confirmada mediante biopsia. Será el laboratorio de Anatomía Patológica quien confirme la sospecha”, comenta el Dr. Gavilá, quien explica que, para la confirmación con biopsia, en primer lugar, es fundamental un estudio exhaustivo de ambas mamas y axilas, para determinar la extensión loco-regional y establecer, de forma precisa, las lesiones a biopsiar que permitan establecer la estadificación de la enfermedad. “Para la confirmación, podemos hacer la biopsia dirigida por ecografía, o con técnicas muy precisas como la esteroataxia con mamografía o mediante resonancia magnética para lesiones no identificables con ecografía. En todos los casos se trata de técnicas mínimamente invasivas realizadas con anestesia local de forma ambulatoria muy bien toleradas por las pacientes”.
En todo este proceso, el IVO dispone de los medios necesarios para la detección del cáncer de mama, tanto en las fases de cribado como de diagnóstico y determinación de la extensión de la enfermedad. Por ejemplo, el centro dispone de un programa de diagnóstico precoz para el cáncer de mama, al que acudieron, en 2023, más de 16.000 mujeres y se diagnosticaron 180 cánceres. Además, cuenta con un comité multidisciplinar “donde se decide, de forma individualizada, la mejor estrategia de tratamiento para cada paciente».
¿Cómo es el tratamiento?
Los ejes principales del tratamiento, una vez detectada la enfermedad, son cirugía, radioterapia, tratamientos sistémicos y todas aquellas especialidades que permiten un abordaje integral del paciente: fisioterapia, nutrición, ejercicio, apoyo psicológico y cardiología entre otros.
Por lo que respecta a la cirugía hay dos maneras de enfocarla, dependiendo de diversos factores como el tamaño y la distribución del tumor (multifocal o multicéntrico) o el deseo de la paciente. Por un lado, está la cirugía conservadora que consiste en extirpar el tumor con un margen de seguridad. “Esta cirugía se puede realizar siempre que la relación del tamaño del tumor con el tamaño de la mama permita extirparlo manteniendo un buen resultado estético”, explica el Dr. Carlos Fuster, jefe del servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del IVO.
En caso de que no se pueda hacer cirugía conservadora se opta por la mastectomía. «Antiguamente la mastectomía se realizaba incluyendo una gran cantidad de piel, pero en los últimos años, y este para mí es uno de los principales avances, se intenta hacer siempre que se puede mastectomías ahorradoras de piel o incluso ahorradoras de piel y pezón, que permiten realizar la extirpación completa de la mama, pero conservando el complejo areola-pezón, lo que facilita la reconstrucción, mejorando el resultado estético”, destaca el doctor Fuster.
En 2024, en esta unidad, se realizaron 691 intervenciones, de las cuales 350 eran nuevas neoplasias malignas de mama. “En el 70% de los casos se realizó cirugía conservadora de mama y en el 30% mastectomía”, apunta jefe del servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del IVO, que destaca que, a nivel quirúrgico, los avances han sido fundamentalmente a nivel axilar, «aunque el ganglio centinela esté afectado, en muchas ocasiones se puede evitar el vaciamiento axilar radical, ya que es muy poco probable que existan otros ganglios afectos, con lo cual disminuimos las complicaciones quirúrgicas y el riesgo de linfedema, facilitando la recuperación de la paciente”. E incluso en algunos casos seleccionados, se está empezando a omitir la biopsia selectiva del ganglio centinela.
Y después de una cirugía, dependiendo del estadio del tumor y el tipo molecular, la paciente recibe tratamiento sistémico con quimioterapia, hormonoterapia y/o anticuerpos monoclonales. La radioterapia tras la mastectomía, sólo se administrará en tumores localmente avanzados o con afectación axilar.
¿Cuáles son las novedades en los tratamientos de radioterapia para el cáncer de mama en los últimos años? Como explica el Dr. Miguel Ángel Santos Olías, médico adjunto del Servicio de Oncología Radioterápica del IVO, se han producido importantes avances en los tratamientos de radioterapia para el cáncer de mama, adaptándose a las necesidades específicas de cada paciente según el estadio de la enfermedad. Entre ellos destaca la estandarización del hipofraccionamiento, que permite realizar tratamientos más cortos, reduciendo su duración a una semana en muchos casos y rara vez extendiéndose más allá de tres semanas. “Con los nuevos aceleradores, de última generación, se reduce notablemente la estancia en el hospital, no solo por el número de sesiones sino también por la duración de los tratamientos, cada vez más cortos, lo que mejora sin duda, la calidad de vida de nuestros pacientes».
La investigación, clave para aumentar la supervivencia
Ángel Guerrero, médico adjunto del servicio de Oncología Médica del IVO señala como uno de los grandes avances en el enfoque terapéutico, haber pasado de ver el cáncer de mama como una enfermedad única a dividirla en tres subtipos (triple negativo, HER2 y hormonosensible) “para los que utilizamos diferentes tratamientos. Mediante esta subclasificación conseguimos mejorar el pronóstico ya que aplicamos un tratamiento más específico según el tipo de cáncer de mama”.
Eso ha permitido, por ejemplo, que, en tumores luminales metastásicos, por primera vez, se haya superado la barrera de los 5 años en términos de supervivencia global, gracias a los fármacos inhibidores de CDK4/6: “Este tipo de fármacos orales, en combinación con terapia hormonal, no solo aumenta la supervivencia, sino que mejora la calidad de vida de las pacientes, así viven más y mejor. Recientemente, también los inhibidores de CDK4/& han demostrado una reducción del riesgo de recidiva del 25-30% en aquellos tumores localizados de alto riesgo”, asegura el doctor Guerrero.
Otro ejemplo de esos avances es que, en la enfermedad triple negativo, la inmunoterapia se incorporará al arsenal terapéutico de la enfermedad precoz y avanzada “impactando en términos de respuestas y supervivencia”.
En este sentido, el Dr. Guerrero explica que la combinación de inmunoterapia con otros tratamientos, como la quimioterapia, ha mejorado la tasa de respuesta y la supervivencia de las pacientes. “Aunque aún resulta un desafío optimizar su eficacia, los estudios en curso ofrecen datos alentadores. Estos avances subrayan la necesidad de seguir invirtiendo en la investigación de tratamientos innovadores para mejorar el pronóstico y la calidad de vida de las pacientes, especialmente en casos con opciones terapéuticas limitadas”.