El Instituto de Investigación Sanitaria La Fe (IIS La Fe), la Fundación IVO, la Asociación de Gestores Deportivos Profesionales de la Comunidad Valenciana, la Fundación Trinidad Alfonso y SUMA Fitness Club, han presentado las conclusiones del estudio clínico “Ejercicio físico y cáncer de mama”.
Este estudio, realizado entre 60 pacientes que han superado un cáncer de mama, ha evaluado durante seis meses los efectos de un programa de actividad física de 13 semanas de duración, con el objetivo de medir la adherencia al ejercicio físico. Para ello, se ha desarrollado un programa específico de ejercicio físico adecuado a las necesidades y realidades de las pacientes, diseñado por las Dras. Ana Queralt y Marta Terrón, profesoras de la Facultad de Enfermería de la Universidad de València, e impartido por Igor Herrero, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. La colaboración de este equipo multidisciplinar ha sido clave en cada una de las etapas.
Resultados: 9 de cada 10 mujeres desarrollan adherencia al ejercicio físico moderado
Los resultados del estudio muestran que la mayoría de las mujeres que realizaron este plan guiado por profesionales incorporaron el ejercicio físico a su día a día y como parte de sus hábitos. Un 88,68% de las pacientes continuó realizando ejercicio una vez finalizado el plan.
Las responsables de la investigación del IVO y del IIS La Fe han manifestado la necesidad de que “programas deportivos- supervisados por profesionales- se incorporen como parte del tratamiento de la enfermedad oncológica: Es común entre las pacientes la falta de práctica de ejercicio por desconocimiento y por no existir programas profesionales que garanticen el bienestar de la paciente”, han señalado.
La doctora Elena Oliete, Médica Adjunta de la Unidad de Hospitalización Domiciliaria de la Fundación IVO y una de las coordinadoras del estudio ha destacado que el hecho de trabajar en un entorno no médico ha sido clave para el estado anímico y la manera de afrontar el estudio por parte de las participantes. “Los efectos positivos del deporte en pacientes oncológicas están demostrados y sustentados por muchos estudios. Está verificado que el ejercicio previene, protege de una segunda recaída e incluso de otras enfermedades, pero, además, destacaría que a nivel emocional los resultados de este programa han sido increíbles. El poder del grupo ha sido un catalizador”, ha destacado la especialista.
Por su parte, la doctora Olga Pons, médica especialista en Oncología Radioterápica en el Hospital Universitari i Politècnic La Fe de Valencia y responsable también del proyecto ha querido incidir en el camino que queda por recorrer entre la prescripción médica de realizar ejercicio y la práctica real por parte de las pacientes. “Este estudio ha demostrado que los programas de entrenamiento diseñados y supervisados por profesionales consiguen generar hábito y que 9 de cada 10 pacientes continúan realizando ejercicio físico en su día a día con todos los beneficios que ello conlleva”, ha concluido la doctora.
El programa se realizó en las instalaciones del centro deportivo SUMA Fitness Club Patacona y contó con sesiones prácticas de bicicleta estática, ejercicios de banda elástica, caminar-marchar-correr, circuito de potencia, ejercicios acuáticos y ejercicios aeróbicos combinados con danza. Los ejercicios estuvieron dirigidos y supervisados por Igor Herrero, deportista de élite y licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Ejercicio y cáncer de mama
Sólo el 30% de las pacientes con cáncer de mama hacen ejercicio y entre un 25 y un 50% disminuyen su actividad física durante el tratamiento. Uno de los objetivos del es enseñar a las pacientes, desde el rigor y la profesionalidad, cómo incorporar el ejercicio en su vida y, sobre todo, a mantenerlo en el tiempo de acuerdo con las condiciones personales de cada una.
Los beneficios que aporta la actividad física en el caso de mujeres ya diagnosticadas de cáncer de mama son muy importantes. En estas pacientes el ejercicio ayuda a fortalecer el sistema inmunitario y el corazón, disminuye la sensación de fatiga y también contribuye a alcanzar y mantener un peso saludable. Por tanto, el ejercicio contribuye a mejorar la calidad de vida y a aumentar la supervivencia de las pacientes.
El Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM) ha propuesto recientemente una definición específica para el ejercicio físico oncológico como “aquel ejercicio pautado por un profesional, que se realiza para reducir o prevenir los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos de manera individualizada, y que, por sus efectos globales en el organismo, mejoran la salud, la calidad de vida y la supervivencia de las pacientes”.
El cáncer de mama es el tumor más diagnosticado en mujeres y lo padece 1 de cada 8 a lo largo de su vida por lo que es muy importante la detección precoz y la prevención donde juega un papel fundamental el ejercicio físico que además ayuda a prevenir recaídas”
La prevención primaria debería jugar un papel muy importante en reducir la incidencia de esta enfermedad. Sabemos que el ejercicio físico tiene un papel beneficioso en la incidencia, pero también en la evolución de la enfermedad y en la toxicidad producida por los tratamientos.
Sobre el cáncer de mama
El cáncer de mama es el tumor más frecuente en mujeres, la incidencia en España en 2015 fue de 27.740 casos. El riesgo de padecer este tipo de cáncer a lo largo de la vida ocurre en una de cada ocho mujeres y la incidencia de esta patología muestra una tendencia en forma de curva ascendente, con un incremento de un 2-3% anual.
Entre los factores de riesgo para desarrollar cáncer de mama destacan edad, raza, historia familiar, susceptibilidad genética, alcohol, obesidad, tabaco, inactividad física, antecedente de biopsias previas, densidad mamaria elevada, nuliparidad, uso prolongado de terapias hormonales con estrógenos y progesterona, menarquía temprana o menopausia tardía. Sólo menos del 10% de casos de cáncer de mama son hereditarios, estando relacionados con una mutación en el gen BRCA 1 y en el BCRA 2.
Las mujeres diagnosticadas y tratadas por cáncer de mama presentan una tasa de supervivencia elevada (86% a los 5 años) debido a que la mayoría de los casos se diagnostican en estadios iniciales de la enfermedad gracias al screnning mamográfico y al continuo avance y mejora de los tratamientos aplicados.